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domingo, 28 de diciembre de 2008

No comas verdura si no te gusta, pero aprende a comportarte

Coges un papel donde tengas escrito lo más importante de tu vida. El la idea para el guión de una película que revolucionaría el mundo. Lo empiezas a leer, pero no lo terminas. Te preguntas: 'Para qué', si ya sé el final.

Resulta que tu gato te está mirando. Miras de nuevo el papel, y entonces lo arrugas y se lo lanzas a tu minino. Éste, con gesto de agradecimiento, lo toma con su boca, maulla con su papel tapándole su garganta, y llega a la ventana. Por tonterías del destino, resulta que el gato se atraganta con una esquina del papel que estaba mordiendo y, como estaba en el marco de la ventana, y era verano, y al ventana estaba abierta, el gato, tosiendo, cae.

Evidentemente, el gato, cae, pero, de pie. Cuando el gato se va a proseguir a volver al piso, frustrado y agónico lo escupe. Está casi intacto, se pueden leer las palabras clave. Entonces, un autobús, que iba a más velocidad de la cuenta, hace que el papel se vuele y caiga encima de una mesa del mcDonals donde está sentado el guionista más perdido de toda la ciudad. Con asco se quita el papel de encima, que ésta vez cae en el suelo. De tal manera que pasa un niño en monopatín. De estos que tienen casquito y todo y su madre, que era profesora de filosofía. Su padre, no me preguntéis por qué, era albañil. El tema es que el papel, por la saliva del gato, se queda pegado evidentemente a la rueda del skate del susodicho.

Cuando, minutos más tarde llega a su casa, su padre estaba con los pies encima de la mesa, como cada día. Y el niño cogió el monopatín con las manos para no pisar la alfombra con éste y ahorrarle así un disgustazo a su madre y que de paso, no lo matara. Con tan mala suerte que el papel se cae en la alfombra.

Y el puto padre, que es un vago y que nunca hace nada, resulta que ese día se levantó a recoger el puñetero papel. Y, al pensar que era papelina para hacerse un porro a escondidas de su esposa, lo estiró el muy guarro y se puso a leerlo. Solo se reconocía una palabra 'intención'.

Pero fue suficiente para, más o menos descifrar el resto del texto. El nota, que era un vago, pero de tonto no tenía un pelo (de hecho no tenía), le preguntó a un amigo de la madre que era PRODUCTOR de películas que qué podía hacer con ese papelito, éste recogió la idea prometiéndole al albañil el oro y el moro. Y a su mujer, un polvo después de la comida.

Al final, ni polvo, ni oro ni moro. Idea robada y convertida en telefilme de sobremesa, con unos efectos especiales muuuu chungos. Pero bueno, tiene que haber de todo.

Por eso, si tienes algo, por muy poco valioso que sea, no deberías desecharlo. Y mucho menos si tienes gato.

He dicho.

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